Torre quemada

Torre quemada

sta brucciando dentro di me e sono posseduta

me estoy riendo volviendo a mi casa, aunque me falten 40 minutos, 40 km o 40 años
estoy teniendo revelaciones en voz baja y todos los aniversarios

octubre mi primera herida

mi primer mes en Italia en una ciudad desierta

mi primer atardecer a las cinco de la tarde

y ahora mi primer otoño con los cinco sentidos y también el sexto: mi intuición.

Estoy intuyendo un fuego, soy el oxígeno de mi hoguera, la vuelta de infinito más dura y larga puede estar terminando. Estoy en un pedestal al que he llegado raspandome las rodillas, rajándome las muñecas.

De todo esto hablaba con dieciséis años, cuando decidí rebautizarme, sin saber que mi nombre sería premonitorio.

Una torre quemada, destruida, no se veían las vigas para volver a construirla. Unas cenizas de las que no hubiera querido hablar nunca. Un fuego interno, completamente apagado.

Había abandonado a la niña, a la adolescente, a la chica. Me había ido directamente a la anciana. Las cartas no parecían decirme nada, las llamadas eran útiles como el agua caliente. Todos intentaban romper mis cadenas y yo las volvía a atar, volvía a reventar mis heridas para crear mis cicatrices permanentes.

Aún no he terminado, ni de luchar ni de quemar. Porque la destrucción y el trauma son mi propia construcción. Sólo puedo salir de aquí quemándome.

Pero ahora me estoy preparando para la batalla. La siguiente, que no será la última. Y tengo un traje nuevo. Llevo mis colores y mis armas. Llevo el oxígeno para hacerme grande. Tengo la banda sonora de mi futuro. Aunque no lo veo, no lo he perdido. Aunque estoy quemada, estoy más y más viva.

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