La madonna de las montañas

La madonna de las montañas

Los domingos de curación son como las fiestas de guardar.

Te acercas al templo sediento, en ayunas, deseoso, y vuelves con el corazón tranquilo y las manos llenas de hierbas comestibles.

Mi templo tiene las paredes verdes de pinos y robles, las vidrieras son del gótico tardío de las nubes. Su iluminación cambia la transparencia, la salinidad y la agitación del lago, que es el púlpito. Como buena feligresa, convencida de esta religión que te limpia el cuerpo, llego a la misa  con flores silvestres enredadas en el pelo, hojas de helecho pegadas en los codos, ramichuelas como los ramos de los pobres. Una bigota que se acerca con la cabeza gacha, la china dentro del zapato, las rodillas manchadas de tierra. Siempre tengo los tobillos llenos de picaduras de ortigas y mosquitos.

Los fieles no llegamos impolutos, vamos al lago a lavar nuestras preocupaciones, a sentirnos mejor por nuestros fingidos olvidos. Olvidamos la rabia que nos construimos a nosotros mismos dejándonos proyectar nuestra vida de las circunstancias de los otros, en lugar de proyectarnos en una casa de madera y atrevernos a ser felices como los ermitaños que somos por dentro. Pedimos perdón por tratar de tener los deseos incongruentes de los demás, como si eso nos fuera a dar una felicidad que no consiguimos arrancarnos de la piel. Todos los devotos de la virgen del monte sabemos que nuestra casa, nuestra vida y nuestros sueños están hechos del mismo material que las cortezas de los árboles.

El amor de mi vida sabe que vengo con fe devota, con las palmas abiertas por las heridas de una mañana de guerra leñadora. Por eso me deja tranquila, se sienta en otro peñasco lo suficientemente lejos para que yo pueda escuchar lo que me dice el lago, o que el lago escuche lo que yo le digo (como si un lago pudiera estar al tanto de las visicitudes de los humanos, tenemos la mala costumbre de creer que los dioses escuchan las plegarias de engranajes tan inútiles como nosotros).

Empieza el concierto sólo cuando cierro los ojos. La misa es el silencio interrumpido por el repiqueteo de las ondas contra las piedras de la orilla. Cuando exhalo noto el aire abandonar mi cuerpo a través de los dedos, como si fuera un pianista acompañando la melodía de los cantos rodados.  El amor de mi vida escucha la misa en otro lado, porque él tiene los ojos de agua salada y le reza a otro paisaje diferente (un paisaje de olas y pulpos entre las rocas) pero entiende que yo soy la tierra seca y la madera fría del invierno, y me trae siempre aquí porque si no me moriría entre toda esa humedad. Después del sermón me siento liberada. Me hago una señal de la cruz sin cruces pero con pinos y sé que mi vida se vuelve a unir a los pulmones de la tierra.

La gente sigue tallando esas formas de hombres en las iglesias, cuando la catedral verdadera se encuentra en estos bosques. La línea directa con las montañas es la religión que me ha conquistado después de todos los años de peregrinación agnóstica. Muchos se llevarían las manos a la cabeza, profana, mendiga, mundana, atea, pagana. Besarían su cruz de plata y seguirían viviendo su vida entre los edificios de quince plantas y la línea matropolitana. Lo cierto es que tampoco me importa.

 

IMG_0207

Qué hice el último mes.

Qué hice el último mes.

Internet es un arma y una herramienta espectacular. Es algo que va más allá de lo que nosotros podemos abarcar. Hoy en día no podemos viajar, cocinar, hacer deporte, aprender algo, divertirnos, hacer amigos, leer o comprar sin internet. Entre otras muchas cosas.

Esto no es una parrafada resumiendo los últimos documentales que he visto. Aunque sí tengo que decir que los libros y los documentales tienen un efecto espasmótico sobre mí. Después de leer La enzima prodigiosa y de ver Cowspiracy me volví vegana, hace un año. Después de ver Lo and Behold y Live in Public tomo esta decisión. O soy muy impresionable o verdaderamente necesitamos no dejar nunca de aprender y abrir los ojos hacia algunas cosas. Lógicamente la experiencia de vida y las circunstancias marcan el inicio de ciertas reflexiones que encuentran el sustento en los libros y documentales que utilizas para profundizar en el argumento. Como decir que El estudio de China es mi libro de cabecera en el que reencuentro algunos de mis motivos y la fuerza para continuar a decir que no al 30 % de los alimentos.

No hay nada que no empiece con las sensaciones vividas en tu propia carne.

Y por eso de aquí en adelante no tendré ni twitter, ni facebook, ni instagram.

No quiero que ningún conocido del colegio o de la universidad me busque una tarde de domingo para ver cómo se ha desenvuelto la vida de mis últimos cinco años a través de mis fotos de perfil. No quiero que ni él ni otros puedan comparar mi vida con la suya para ver quién ha llegado más alto, quién es más feliz, quién se mantuvo en forma y con menos arrugas.

No quiero conocer a una persona en bicicleta y que me llegue una petición de amistad después de haberle dicho sólo mi nombre (sobretodo, porque con el casco y las gafas uno es irreconocible). Y que necesite mi instagram para saber cómo es mi cara sin elementos ciclisticos o para saber si tengo pareja.

No quiero desear las vidas (las porciones irreales de vidas) que mostramos en estas redes sociales. Donde tan pronto desearé vivir en Australia y comer fruta de la pasión con veinte kilos menos de los míos, como ir a Noruega en pleno invierno a beber chocolate caliente después de esquiar. No quiero desear trozos de vida que no existen en lugar de vivir la mía, que es real.

No quiero ser yo la que se compare. La que diga que soy demasiado joven o demasiado vieja para __. La que se pregunta si las circunstancias hubieran cambiado mi presente hacia uno mejor o peor. No quiero pensar que mis costumbres, mis aficiones, mis horarios y mis principios son justos o erróneos.

No quiero que una pantalla se adapte a mí. No quiero adaptar mi vida a una pantalla, unas canciones, unas frases, unas fotos de perfil. No quiero verme en las situaciones bellas y cotidianas de mi vida pensando en enseñarselo a un agujero negro sin identidad en lugar de vivirlo.

Cuando cumplí dieciséis años, me ví toda la serie de Al salir de clase. Yo soy una millenial, como se dice ahora, y no una chica de los ochenta. Lo cierto es que la comunicación, la relación humana, las sensaciones encontradas en tantas circunstancias me parecían mucho más reales en mi primera infancia que en mi juventud, cuando el facebook o el twitter o el fotolog, el blogspot o el youtube marcaban la interferencia entre la realidad y el personaje. Siempre pensé que me hubiera gustado vivir en aquella época de Al salir de clase, cuando los jóvenes se llamaban por telefono y enredaban el cable entre los dedos. Cuando se quedaba, y se hacían cosas. Y tu tenías la sensación de estar en el momento presente, sin interferencias. Algunos dirán que la tecnología es progreso, pero es un arma de doble filo, aunque sea banal decirlo.

Yo pienso que el progreso, o mejor dicho, el futuro, sólo es posible a través de la involución. Tenemos que recular como especie para evitar cargarnos todo lo bueno que nos queda en los próximos cincuenta años.

Tenemos que volver a alimentarnos con semillas, cereales, hortalizas y frutas, en lugar de alimentar a los animales con los cereales que salvarían al planeta de la hambruna.

Tenemos que volver a hacer pan, a cocinar comida real, a tratar nuestro cuerpo como un templo, para evitar las enfermedades que se derivan de los químicos y de la ausencia de nutrientes del 90 % de lo que hay en un supermercado.

Tenemos que inverir más en alimentos reales y menos en medicinas.

Tenemos que dejar de destruir ecosistemas y fauna.

Tenemos que volver a la autoproducción, a sentir el valor de las cosas a través del esfuerzo. Creo que algo que no requiere esfuerzo no te da la felicidad. Comer cuando tenemos hambre, dormir cuando estamos cansados, amar cuando hemos echado de menos y ducharnos cuando hemos sudado. Son los momentos en los que el ser humano se siente más animal, más humano, y más libre.

Tenemos, sobretodo, que vivir la vida que tenemos, y no las proyecciones de vida de los otros. La televisión basura, el mundo conectado que nos hace cada vez más solos. Dejar de etiquetar las cosas, no meternos más en casillas para sentirnos aceptados por parte de algo que nos pide todo y no nos da nada a cambio. Reducir horas de televisión, reducir pertenencias, reducir amigos, reducir deseos, reducir horas y horas de información delante de nuestros ojos. Reducir la sobreinformación.

Internet es la sobreinformación, la que hace que tú mismo ya no puedas elegir qué quieres buscar, leer, ver. La que te presenta todos los deseos que nunca podrás tener, el portal de la insatisfacción, la que te aleja de tu presente. Tenemos tantos amigos, tantas opciones, tantos sitios a los que ir, tantas cosas que hacer, y tanto que trabajar para conseguir esos estúpidos sueños prefabricados que nos hemos abrumado, y nos hemos quedado sin amigos, y sin querer estar con uno mismo. Sin opciones, porque ninguna es lo suficientemente buena comparada con otras que hemos visto o escuchado. Sin sitios a los que ir porque no estamos en el sitio en el que realmente estamos, no lo vemos, no lo agradecemos, no lo vivimos. Sin cosas que hacer porque a la larga lista de obligaciones se interpone la interferencia de la bandeja de facebook o el Candy Crush. Y sin sueños porque lo que soñamos es ficticio e irreal. Y tu sueño primigenio se te antoja pobre y simplista.

Para mi el progreso es decrecer, reducir, disminuir. Volver.

Es estar en el momento de ahora, con las nuevas horas de vida que se te ponen delante cuando eliminas las redes sociales (y te das cuenta de la cantidad de tiempo que pasabas en su compañía improductiva). Es vivir la vida que tienes, hasta verla sin los ojos de las expectativas. Sentirla tal y como es, y aceptarla. Aceptarte a tí mismo, aceptar tus elecciones, amar tus elecciones, y darles el valor real que tienen. Odio las frases rollo «Todo llega a quien sabe esperar» como si tu no tuvieras el control sobre tu felicidad. No es que nada va a llegar, es que ya ha llegado. Se trata de amar la vida que tienes. Y para eso creo que es necesario no dejarse influir, condicionar, comparar ni frustrar con las pequeñas piezas de la vida de los otros. Sobretodo si se nos muestran en bandejas de plata y tags.

He pasado un mes sin instagram, varios sin facebook, y me he dado cuenta de que he ganado en tiempo, en presencia, en felicidad, y he concluido y he hecho cosas que realmente quería hacer. Tengo sueños, deseos, proyectos. Pero todos ellos corresponden a mi vida real, conviven con las circunstancias que me rodean y son parte del camino que me compone. Un camino que, si me dejara influenciar por las redes sociales sería simple, retrógrado, doblegado, desaprovechado,  resignado, tradicionalista, y prematuro. Y que para mí lo fue hasta que apagué la conexión entre lo que esperaba de mi vida fantaseando con toda aquella sobreinformación y lo que me hacían entender que era el sueño real. Que para mí comenzó a ser el camino justo, ideal, y con sentido cuando me limité a vivirlo en el presente y a verlo con los ojos reales.

Me voy a la vida real, a la que tengo, a la que amo, a vivirla. A exprimirla con la fuerza que no me roba la publicidad y los cánones de vida perfecta. A pensar en mis prioridades como válidas y diversas del resto de los mortales, sin que esto sea un problema. Me voy a concentrar en mis principios, a decrecer, a reducir, a agradecer, y a cuidarme. Internet me estará esperando sólo para escribir o buscar recetas nuevas. Es estupendo saber que se acabó lo de cotillear y juzgar a gente, y que ya nadie podrá cotillear y juzgarte a ti, ni siquiera tú mismo.

 

Recomiendo enormemente:

  • Documentales : Cowspiracy, Meat the truth, Food Inc, (nutrición) Lo and Behold, We live in Public (internet) .
  • Libros: El estudio de China – Dr T.Colin Campbell, La enzima prodigiosa – Hiromi Shinya, Simplify – Joshua Becker.
  • Próximas lecturas: La vida líquida- Zygmunt Bauman, Los no lugares – Marc Augé.

Dejé-de-Esperar-Cosas-de-la-Vida-y-Empezaron-a-Suceder-Milagros1

300 gramos de garbanzos

300 gramos de garbanzos

Con 300 gramos de garbanzos (a ojo, no los pesé), un par de setas y un trozo de calabaza he hecho hummus, crema de garbanzos con calabaza y el condimento favorito del leñador que lleva dentro S.: setas y calabaza para un arroz otoñal.

He metamorfoseado las provisiones de una señora de posguerra en comidas que me vuelven loca. Aquí decimos que es otoño pero hoy fui a trabajar a 20 grados y quién sabe nada del calentamiento global. Mi yo interno piensa que como hay menos luz hay más comidas calientes y me estoy poniendo las botas a potajes de legumbres porque si no el veganismo hace que me duela la cabeza.

Ayer compensé un domingo de mierda con un lunes fantástico y un excelente inicio de semana.

El domingo de mierda fue de mierda para mí y de vómitos para S. (lo mejor de nuestra relación es que ambos profesamos amor infinito por lo escatológico y una tolerancia completa y pacífica a las ventosidades veganas de una y de colon irritable del otro). Cambiemos de tema.

El lunes fue un día fantástico porque tuve a S. como una mariposilla revoloteando en mi cotidianidad. Si normalmente se pira a las 7 y reaparece cuando vuelvo del curro a las 21 es normal que esta mierda de horarios laborales al contrario pese mucho muchas veces. Ayer estuvo conmigo en el ático y yo recé porque encontrara la empresa o idea millionaria de su vida con un trabajo que pudiera hacer desde casa, para compartir los silencios cuando estamos bajo el mismo techo haciendo cosas distintas. (En serio, lo único que hay mejor que estar ambos en casa compartiendo una actividad es estar ambos en casa cada uno en su mundo, es como si compartiera la atmósfera del runrún de su cabeza al mismo tiempo que disfruto de las cosas de la mía. Una soledad compartida durante horas.)

Ayer yo tuve que trabajar y él no. Pero me sentí como en un día de fiesta porque estando él en casa no me molesté a mirar el reloj. (Nota mental para siempre)

Esta mañana vi un caracol que cruzaba el paseo marítimo mientras yo corría unos kilómetros (¿los otros viandantes lo vieron pasar?) un gato callejero que se dejaba acariciar por un viejete y un pajarito que vino dos veces a buscar migas a mi terraza.

300 gramos de garbanzos, dos cerebros trabajando en sus cosas bajo el mismo techo y animalillos por la mañana son tres de las cosas que me han hecho extremadamente feliz esta semana. Conectar con el mundo es como conectar con las personas después de mucho tiempo, siempre están ahi, aunque a veces no nos demos cuenta, y de vez en cuando, enchufe e interruptor hacen una chispa.

Seguimos en ello, es todo parte de un puzzle.

El reloj

Mientras escribo S. está intentado reparar el reloj de nuestra casa. Es un reloj normalísimo que fue la primera cosa que nos compramos al mudarnos a esta casa hace un año y medio. El reloj nos costó una tontería, unos 30 euros, en una de estas tiendas de cosas para la casa. Y cierto es que no vivimos pegados al minuto, pero tener uno en casa es útil cuando cocinas y te preparas para salir, visto que normalmente no llevamos reloj ni él ni yo. Así que cuando ayer se quedó parado por 5ª vez en un mes S. lo llevó enseguida al relojero.

Pero el relojero no quiso repararlo. Dijo que la reparación costaría lo mismo que el reloj y que en el proceso podría romperlo, debido al sistema con el que se cerraba. Así que, ante esa respuesta tan «os sale mejor compraros otro reloj» S. se enfadó mucho y ha empezado a practicar la 4ª erre.

S. no es muy hippie que digamos, pero es minimalista (a su modo) y un manitas. Considera que uno debe tener pocas posesiones, que sean útiles, bellas y de buena cualidad. Y que nada se tira, porque si se rompe algo, se repara. Cuando lo conocí yo no era así y me iba a comprar a los chinos las zapatillas de 5 euros que me duraban un verano. Pero ahora me fascina verle con la cabeza metido en la maquinaria, reparando el hornelino viejo que nos regalo su madre, el lavavajillas que compramos de segunda mano medio roto, y ahora, el reloj que nos lleva acompañando desde que empezamos a vivir juntos.

Nos gusta nuestro reloj de 30 euros, y no queremos otro. No es tacañería, es respeto. Queremos controlar la pizza en el horno mirando la pared, los diez minutos antes de ir a trabajar, y la hora a la que nos despertamos. Por eso, en ocasiones como esta, aunque yo sea la que leo libros y blogs sobre minimalismo, vida ecosotenible y reciclaje, el me gana por goleada.

2016-10-29-photo-00026521

Primeras impresiones

Escrito el 26 octubre 2016

Ayer llegó S. de visita a mi trabajo. Lo primero que me dijo era que estaba particularmente guapa.
Era mi segundo día de minimalismo en la ropa con el proyecto de 333, no había decidido qué ponerme y me había vestido sin pensar, y cuando me miré al espejo me ví completamente de mi estilo. Muy básica, muy normalita. Nada de especial. S. me vió con el moño chungo y la ropa de siempre y me dijo que que me había hecho para estar tan guapa. Lo que había sucedido es la forma en la que viví el día.
Era un día que se prospectaba muy completo y atareado, de estos días que de sólo pensarlo se te revuelven las tripas y la caca se mete para adentro del estrés.
Así que, visto que: tenía que hacer comidas y cenas, recoger toda la casa, preparar una clase ( y darla) hacer fotocopias, y pasarme 8 horas sola y encerrada llevando la tienda por primera vez, decidí tomármelo con un poco de filosofía minimalista de la que estaba siendo contagiada con el libro de Lucia Terol.

Me puse mi ropa de guerra y pasé un día estupendo porque puse en práctica las siguientes cosas:

  • Focalización, concentración: me centré en la actividad que estaba haciendo o me tocaba hacer en ese momento, sinpensar en la pila de cosas que me esperaban después. Cada cosa tuvo su tiempo y, concentrándome en hacerla la hice más rápido, con resolución e incluso disfruté de ella.
  • Tolerancia: acepté los pequeños inconvenientes que podían surgir antes de que aparecieran. Me traje libros para evitar aburrirme, no me molesté por los clientes fisgones que paseaban (siempre los hay asi que no iba a ser hoy una excepción ¿para qué enfadarse?), acepté que hubo cosas a las que por tiempo material no llegaba (hacer la cama, limpiar aquí y allá). Intenté ser lo más tolerante posible, y mi corazón estaba más tranquilo.
  • Flexibilidad: mi talón de Aquiles. Ayer no me fué nada mal. A veces soy muy rígida: NO puedo ir a cenar fuera porque no tengo dinero, NO puedo comer una pizza para cenar (NO puedo comer una pizza), NO podemos salir que después llegamos más tarde y no cojo el sueño bien, NO estoy vestida para salir, incluso estoy un poco sudada…

Ayer S., después del día ajetreado que tuvimos, me propuso ir a tomar una pizza para la cena. Y acepté, después de pensar a todos esos NOES. Porque está bien tener un estilo de vida y tener ciertas reglas y limites. Pero cuando los límites te perjudican porque LIMITAN tu tranquilidad, tu felicidad y te vuelven una persona rigida, es el momento de dar tu brazo a torcer y aprender a FLUIR. Una cosa que para mí es muy dificil porque soy muy cuadriculada en ese sentido. Por si fuera poco, la pizza tardó 35 minutos en llegar , ¡y estaba muerta de hambre! Y encima, estaba bastante quemada, y no me supo a gloria. Aún así, me concentré en pensar que eran minudeces y ahora que miro hacia atrás, ya la recuerdo como una buena serata.

No sé si todo esto procede de una influencia directa que hace que los tres primeros días después de una revelación cagues unicornios y mariposas, pero quiero trabajar sobre ello para crear un hábito y que no sea solo hoy, sino el mayor número de días posibles. Porque conozco mis defectos que siempre están ahi, y, sin embargo, nunca trabajo para limarlos.
El caso es que hoy me he vuelto a poner la ropa (esta vez si que lo he pensado un poco, porque no sabía si iba a llover o no) Y en cuanto me he visto he pensado. Aquí voy otra vez, con mi ropa preparada para todo con la que me veo guapa y me siento bien. Creo que la belleza depende mucho de la actitud con la que recoges la vida _( como estas personas que las ves y ves que emanan luz…) y si no es así, ¿cómo es que S. se dió cuenta de que tenía un gran día porque estaba “raramente” estupenda?