El reloj

Mientras escribo S. está intentado reparar el reloj de nuestra casa. Es un reloj normalísimo que fue la primera cosa que nos compramos al mudarnos a esta casa hace un año y medio. El reloj nos costó una tontería, unos 30 euros, en una de estas tiendas de cosas para la casa. Y cierto es que no vivimos pegados al minuto, pero tener uno en casa es útil cuando cocinas y te preparas para salir, visto que normalmente no llevamos reloj ni él ni yo. Así que cuando ayer se quedó parado por 5ª vez en un mes S. lo llevó enseguida al relojero.

Pero el relojero no quiso repararlo. Dijo que la reparación costaría lo mismo que el reloj y que en el proceso podría romperlo, debido al sistema con el que se cerraba. Así que, ante esa respuesta tan «os sale mejor compraros otro reloj» S. se enfadó mucho y ha empezado a practicar la 4ª erre.

S. no es muy hippie que digamos, pero es minimalista (a su modo) y un manitas. Considera que uno debe tener pocas posesiones, que sean útiles, bellas y de buena cualidad. Y que nada se tira, porque si se rompe algo, se repara. Cuando lo conocí yo no era así y me iba a comprar a los chinos las zapatillas de 5 euros que me duraban un verano. Pero ahora me fascina verle con la cabeza metido en la maquinaria, reparando el hornelino viejo que nos regalo su madre, el lavavajillas que compramos de segunda mano medio roto, y ahora, el reloj que nos lleva acompañando desde que empezamos a vivir juntos.

Nos gusta nuestro reloj de 30 euros, y no queremos otro. No es tacañería, es respeto. Queremos controlar la pizza en el horno mirando la pared, los diez minutos antes de ir a trabajar, y la hora a la que nos despertamos. Por eso, en ocasiones como esta, aunque yo sea la que leo libros y blogs sobre minimalismo, vida ecosotenible y reciclaje, el me gana por goleada.

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Lluvia

Lluvia

Ayer hizo un día de perros. Tiziana le dió el relevo a Rosario y acabamos hablando en la tienda de películas, cine, empleo, empresas propias, economía, Puglia y Slow Fashion. De estas veces que una cosa lleva a la otra.

No me considero una persona dogmática (porque además siempre estoy cambiando de opinión) pero cuando aprendo algo interesante me gusta compartirlo, aunque sea comentarlo de pasada. Si mi interlocutor está interesado podemos acabar hablando de ello. Puedo dejar alguna semilla de reflexión, pero ligerita, porque odio a las personas que consideran que su manera de ver las cosas es la única que vale.

Por eso me gusta mucho hablar con Tiziana, porque en algunas cosas tenemos puntos de vista muy distintos, pero cada una nos esforzamos con empatizar con lo que cuenta o sostiene la otra.

En cualquier caso, estos días que estan pasando los cambios se siguen notando:

    • S. se maravilla de cuánto estoy volviendome ordenada. Lo curioso es que pierdo menos tiempo en ordenar sólo con priorizar mis acciones al día, focalizarme en ellas y simplificar.
    • No pierdo tiempo en decidir mi ropa, y siempre me encanta como voy. Antes, cada mañana tenía un conflicto interno entre lo que me quería poner (cómodo, simple, siempre los mismos colores) Y la ropa que nunca me pongo. Ahora toda esa ropa está bien colocadita en los cajones esperando que yo descubra ese gran punto donde vender ropa de segunda mano.
    • Las ideas explotan. Se va perfilando la encina y la cabra. Las dos juntitas. No quiero ir con prisa, quiero continuar a aprender. En cualquier caso, me estoy divirtiendo en el proceso con mis descubrimientos, en lugar de continuar a hacerme la eterna pregunta, la cuestión del millón

¿Qué quiero hacer con mi vida?

    Me he cansado de ese interrogante, os lo juro. Estoy siguiendo un camino en una dirección que he tomado yo, pero el paisaje que veo mientras lo recorro y a donde llevará no lo puedo saber, porque nunca lo he recorrido.

Hoy, además, he redescubierto mi estuche sacuccioli, que me compró S. en un ataque de capricho que tuve un día en una librería, mientras hacía fotocopias. No necesitaba el estuche, la verdad, pero me gustó tanto que pensé que algún día le daría buen uso. Ahora me encanta que me acompañe cada día en la mochila con mi cuaderno en el que no paro de escribir todo lo que descubro cada día.

Saccucioli viene de «SACCO» y «CUCCIOLO»(cachorro) así que tal saco para tal cachorra.

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Primeras impresiones

Escrito el 26 octubre 2016

Ayer llegó S. de visita a mi trabajo. Lo primero que me dijo era que estaba particularmente guapa.
Era mi segundo día de minimalismo en la ropa con el proyecto de 333, no había decidido qué ponerme y me había vestido sin pensar, y cuando me miré al espejo me ví completamente de mi estilo. Muy básica, muy normalita. Nada de especial. S. me vió con el moño chungo y la ropa de siempre y me dijo que que me había hecho para estar tan guapa. Lo que había sucedido es la forma en la que viví el día.
Era un día que se prospectaba muy completo y atareado, de estos días que de sólo pensarlo se te revuelven las tripas y la caca se mete para adentro del estrés.
Así que, visto que: tenía que hacer comidas y cenas, recoger toda la casa, preparar una clase ( y darla) hacer fotocopias, y pasarme 8 horas sola y encerrada llevando la tienda por primera vez, decidí tomármelo con un poco de filosofía minimalista de la que estaba siendo contagiada con el libro de Lucia Terol.

Me puse mi ropa de guerra y pasé un día estupendo porque puse en práctica las siguientes cosas:

  • Focalización, concentración: me centré en la actividad que estaba haciendo o me tocaba hacer en ese momento, sinpensar en la pila de cosas que me esperaban después. Cada cosa tuvo su tiempo y, concentrándome en hacerla la hice más rápido, con resolución e incluso disfruté de ella.
  • Tolerancia: acepté los pequeños inconvenientes que podían surgir antes de que aparecieran. Me traje libros para evitar aburrirme, no me molesté por los clientes fisgones que paseaban (siempre los hay asi que no iba a ser hoy una excepción ¿para qué enfadarse?), acepté que hubo cosas a las que por tiempo material no llegaba (hacer la cama, limpiar aquí y allá). Intenté ser lo más tolerante posible, y mi corazón estaba más tranquilo.
  • Flexibilidad: mi talón de Aquiles. Ayer no me fué nada mal. A veces soy muy rígida: NO puedo ir a cenar fuera porque no tengo dinero, NO puedo comer una pizza para cenar (NO puedo comer una pizza), NO podemos salir que después llegamos más tarde y no cojo el sueño bien, NO estoy vestida para salir, incluso estoy un poco sudada…

Ayer S., después del día ajetreado que tuvimos, me propuso ir a tomar una pizza para la cena. Y acepté, después de pensar a todos esos NOES. Porque está bien tener un estilo de vida y tener ciertas reglas y limites. Pero cuando los límites te perjudican porque LIMITAN tu tranquilidad, tu felicidad y te vuelven una persona rigida, es el momento de dar tu brazo a torcer y aprender a FLUIR. Una cosa que para mí es muy dificil porque soy muy cuadriculada en ese sentido. Por si fuera poco, la pizza tardó 35 minutos en llegar , ¡y estaba muerta de hambre! Y encima, estaba bastante quemada, y no me supo a gloria. Aún así, me concentré en pensar que eran minudeces y ahora que miro hacia atrás, ya la recuerdo como una buena serata.

No sé si todo esto procede de una influencia directa que hace que los tres primeros días después de una revelación cagues unicornios y mariposas, pero quiero trabajar sobre ello para crear un hábito y que no sea solo hoy, sino el mayor número de días posibles. Porque conozco mis defectos que siempre están ahi, y, sin embargo, nunca trabajo para limarlos.
El caso es que hoy me he vuelto a poner la ropa (esta vez si que lo he pensado un poco, porque no sabía si iba a llover o no) Y en cuanto me he visto he pensado. Aquí voy otra vez, con mi ropa preparada para todo con la que me veo guapa y me siento bien. Creo que la belleza depende mucho de la actitud con la que recoges la vida _( como estas personas que las ves y ves que emanan luz…) y si no es así, ¿cómo es que S. se dió cuenta de que tenía un gran día porque estaba “raramente” estupenda?