El clavo

Estoy achicharrándome por un motivo lícito: la curva que empieza en tus hombros y acaba en los lumbares. Estoy tomando decisiones como caminos, y seguramente lleven a montañas en vez de a las praderas que me espero.

Pero últimamente tenía una imagen en el espejo que no era la mía, y nada va bien cuando intentas seguir el hilo conductor de todas las vidas que has dejado por el camino. Cualquier otra te hubiera llevado por atolladeros. Con la imaginación, por supuesto, en algunas soy más política, más activa, en algunas me quedo con la imagen de mis 21 años.

Antes de que todo esto se pierda tienes que salir a la superficie; recuerda: no se bucea sin aire.

Agradezco todas las vidas que he vivido, hubiera querido que fueran más o más largas? Aquí va otra. Imagino que de aquí en adelante escribiré más y trasnocharé menos, imagino que el cambio de rasante afectará a mi cabeza igual que un vino de cartón.

Qué le vamos a hacer, todos los que me han acompañado han sido tan nostálgicos como yo, daría media vuelta para revivir todo esto y seguir encontrándome en el culo de los vasos, en el fondo de las bibliotecas, en el camino de nieve en bici hasta casa. Ahora me toca imaginarla sin otros que puedan pintarle ribetes, ahora puedo hacerlo porque estoy templada y puedo seguir soñando.

Casi nada de lo que sale de mi cabeza tiene sentido aunque todo dentro de mí lo tenga. Un poco como esta última parte de mi vida vista desde fuera. El denominador común aún pesa, aunque sea el único modo que conozco de ir hacia delante sin sentir remordimientos de todo lo pasado.

El clavo

Todo lo revivido se estremece.

Repites las historias muy despacio
con los nombres del mundo de los muertos
pues lo bello, al final, resulta triste.

Las huidas sin carrera son la imagen
grotesca de los sueños, el agua que se escapa
entre las manos y, por eso, prefieres
cambiar aquellos nombres y lugares, dejar
sólo los hechos con los sentimientos
que arrastran.
Puede ser una señal
y casi te deslumbra.

En el dolor, no obstante,
el abrazo es más rápido que un cepo.

Ser uno mismo, sí, pero antes ser de otros.

Juan Carlos Abril

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